sábado, septiembre 27, 2003

Ella
Despiertas siempre, un par de veces por la madrugada, caminas como fantasma por todo la casa, de un cuarto al otro, observando con profunda envidia a quienes pueden dormir... escoges un sofá, te dejas caer, quieta, observas las sombras que la luz de luna filtrada hacen con las cosas mal acomodadas, ves todo, menos algo que pueda ser creíble... silencio, te enfadas, uno, dos, tres, malditas gotas, No han cerrado bien la llave!! Te paras, das vuelta a la manija, tomas una taza grande, buscas café... ahora, sólo falta algo, buscas tus cosas, libreta y pluma favorita en mano, anotas la fecha... la hora, siempre la hora... van unos cuantos renglones y una idea pasa por tu mente, dejas las cosas, te diriges a tu librero, ah!! ahí está, tomas ese libro que por alguna razón extraña te atrae, -claro, dejaste de escribir porque para eso hay que dejar a los mejores- Sabines!! te dispones a repasar una vez más cada uno de esos poemas y escritos que has leído mil veces... Uno por uno producen en ti una sensación diferente, es como si estuvieran escritos dentro de ti, y al leerlos, esas fibras se sacuden dentro, causando remolinos de sentimientos encontrados... ahogándote!
Casi de memoria sabes eso... no puede evitarlo, sigues hojeando el libro, cada hoja es una historia... complemento de la tuya.
Lo dejas en el sofá, tomas la taza, vez por la ventana, está a punto de amanecer, pero está nublado, no tarda mucho en empezar a llover, te pone de humor, pero no evitas las lagrimas curioseando por tu rostro... aprietas la taza entre tus pequeñas manos, das el ultimo sorbo... la abandonas.
Así te quedas, junto a la ventana, en el sofá, viendo como tu día se agrisa a cada instante más, dejas que la brisa entre... no has dormido, que más da!
El agua corre como río por la calle...

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