martes, septiembre 26, 2006

Necesito ver un letrero, ó escucharlo de tu voz,
No puedo cruzar esa puerta si no me lo dices, si no me lo pides!
Necesito saber que realmente lo quieres.
Invéntate un lenguaje alterno, alguna seña, una palabra ó un gesto...
Algo...
No importa que sea pequeño, algo con lo que yo pueda entender,

que realmente quieres que cruce esa delgada línea que divide todo.

sábado, septiembre 23, 2006

La tristeza infinita me a golpeado el pecho de repente,
sin avisar que llegaría;
la alegría se esfumó,
no me di cuenta en que parpadeo me tiró al suelo y escapó.
Mis buenas intenciones siempre terminan haciendo mal,
quedo mal y lastimo a la gente,
los malos entendidos se prestan mucho en mi vida,
me pregunto,
En qué estoy fallando??
Dime en qué estoy fallando??

lunes, septiembre 18, 2006

...Entonces caí al vacío...

Antes de tocar fondo, vi pasar imágenes por mi mente,
como si de una película de mis recuerdos se tratara, ya sabes!
Los momentos felices, rostros de las personas a las que quieres,
incluso detalles de algunas travesuras.

Y empecé a extrañarlo todo, el olor de la cebolla al freírse,
el ruido que se hace al morder una manzana,
la suavidad del pelaje de mi gata al rozarme las piernas,
el contacto de tus manos, sentir la lluvia sobre la cara...

y pensar que nos creíamos inmortales!! Que ingenuos éramos...
tratamos de coger el mundo en nuestras manos,
para guardarlo dentro del morral y llevarlo a todos lados,
el tiempo es nuestro! Creímos detener millares de relojes...
No cariño, no pudimos detener el tiempo.

Escribimos en el aire todo lo que sentíamos,
pensamos que se quedaría tatuado,
pero esa tinta invisible no hace caso y el viento logró borrarlo todo.

Ahora, mientras caigo en la nada, trato de voltear mi cuerpo,
es como si volara, sólo logro ver un punto blanco, muy lejano,
debe ser la luz del exterior... las tinieblas cubren todo,
y cada vez me cuesta más ver ese punto blanco. Luz.

Al fin, todo se a vuelto negro, tengo frío.
Pensé que el infierno era más colorido, más cálido.
Tengo frío y siento miedo,
no es el miedo común que se le tiene a la oscuridad,
eso nunca me a importado, tampoco es miedo a que algo no vivo me llame,
es más quisiera ver algo, sentir algo, sabes?

Ya no siento nada, tengo frío y miedo... ese miedo que me conoces tan bien.

Supongo que al fin, he tocado fondo.

viernes, septiembre 15, 2006

Conocí a Diego un par de meses antes de cumplir 12, en una fiesta, cumpleaños de la entonces novia de mi hermano.
Sabía quien era, lo había visto infinidad de veces cruzar la colonia, en compañía de algunos vecinos y un cigarrillo.
“Estuvo conmigo en la escuela”, decía mi hermana.Yo no quería estar en la fiesta, pero valió la pena, (desde entonces, a causa de ese encuentro con Diego, me hice de un ritual, -un pacto conmigo-).
Me quedé sentada unos minutos en los escalones de la entrada, contaba los pequeños cuadros blancos de azulejo. Dos personas se paran frente a mi, me hago a un lado, sin ver, para que pasen, una risa rasposa y un “Qué onda plebilla!?” hacen que levante la vista, me pongo de pie y saludo al Gato, entonces dice “Es ella” y el individuo diminuto que le acompañaba (apenas un poco más alto que yo) dice al tiempo que estira su mano derecha y suelta una bocanada de humo; “Hola, soy Diego... espero que el humo no te incomode”.

*
Congelé el tiempo un instante e hice una foto mental de Diego:Botas militares, pantalón de mezclilla desgastado y con manchas de pintura, camiseta negra, dos pulserillas negras (una en cada muñeca), cabello negro y chino que caía a media espalda sujeto en una cola... Su rostro era cuadrado, muy blanco, cejas pobladas, ojos en forma de almendra, negros y una encantadora y roja boca de pato. Su voz era gruesa, apretada, como si en algunas palabras se mormara y le daba un toque especial a su timbre.
*

No fue necesario decir mi nombre, él ya lo sabía (era casi imposible que un chico de 20, como él, supiera el nombre correctamente dicho y escrito- de una “plebilla” como yo), difícilmente me quedo sin palabras, esa noche, tardé algunos minutos en decir algo, no lograba entender que era lo que pasaba, Diego sabía mi nombre, y fue a la fiesta tan sólo a conocerme (me enteré de ello al día siguiente).

Pasamos horas platicando de Sabines, Darío, poesía nicaragüense y temas revolucionarios, cosas de pintura y psicología... El Gato, (que no usaba botas, si no tenis) le había platicado que “la hija menor de los psicólogos Leal” gustaba de las letras y las bellas artes, él, estudiante de filosofía en ese entonces, al saber mi edad, entre duda e impresión, calló con “la maldita curiosidad!!” Por eso se encontraba esa noche de agosto, frente a mi, sonriendo y matando con calma un cigarrillo.

...Debo admitir que me hice un poco popular gracias a Diego, aunque un poco bajito, era el tipo de chico “peligroso” que atrae a cualquiera. Yo, más que asexual en esos tiempos, sólo podía verlo como mi amigo de letras, con el cual platicaba esas cosas que no podía con mis amigos, sólo con mis padres y algunos maestros, me regaló un amigo interesante y algunas visitas a la escuela...

El primer chico importante que me regalaba algo importante; me regaló uno de sus poemas, aún lo conservo, lo escondo en lugares poco pensados para encontrarlo pasados los años y sentir que el tiempo regresa...

La secundaria terminaba, cada vez veía menos a Diego, creo que llegué a olvidarlo un par de veces, como este tiempo fuera de casa y viene a mi mente repentinamente gracias a fotos que lejos están de relacionarse a él.
Me lo encontré algunas veces en le transcurso de la prepa y fue a visitarme un par de veces, aprovechando para hablar de mi con el profe de filosofía...
La última vez que vi a Diego cruzaba la Avenida de las Americas, levantó una mano y me gritó “Mujer!! Alegría de mis ojos y oídos, para!! No des un paso más!!”. Se acercó, me abrazó de esa forma tan chistosa y me besó como siempre; mi cara en sus manos y un beso más que tronado cerca de la boca.
Hablamos de banalidades algunos minutos, 15 talvez. Hace 4años que no lo veo y no sé nada de él, No tengo una foto, un teléfono, una dirección... sólo ese poema, fechado y firmando con su puño y letra. Me gustaría encontrármelo (sé que algún día la vida lo pondrá de nuevo en mi camino) y notar que el tiempo no a pasado... que sigue igual, que sus 30 (y tantos) le quedan tan bien, como esos jeans y el cabello largo.


Hace unos instantes me di cuenta de que realmente Diego marcó mi vida:Me Gustan los hombres considerablemente más grandes que yo, sobre todo los pintores y filósofos ( gente que se dedica a estas cosas...), me llaman la atención las personas con la nariz como la de él (no dije como era) y gracias a su boca, tengo una fijación enfermiza por esta parte de la anatomía humana. Me encanta el cabello chino y negro, las cejas pobladas, el color casi transparente de piel...

No me da miedo ó pena platicar con gente que no conozco y gracias a él no puede faltar ese ritual (hasta ahora inconsciente) de sacarle platica a algún desconocido en fiestas, donde (normalmente) estoy incomoda.Me enseñó a sonreírle a la gente, sólo porque sí, por que se puede y se siente bien hacerlo.
También me enseñó a decir “Espero que el humo no te incomode”.

Si me topara con Diego ahora mismo, le sonreiría, esperaría un poco para que me reconociera (he cambiado en estos 4 años) lo abrazaría, lo invitaría a tomar una taza de café (ó más) y entonces le leería esto.

Terminaría por decir:
Creo que Diego fue el primer hombre del cual me enamoré, y como tal! Nunca podré olvidarlo!