jueves, enero 16, 2014

El desvelo me come algo más que el sueño,
bocados fríos y tersos resbalan del monitor a mis ojos.

Y es que hay días,
que puedo pasar horas viendo tus fotos
-tus ojos que lo callan todo,
esa nariz de geografía perfecta,
la carretera ondulante de tus labios,
la sonrisa de complicidad reprimida 
y el imaginario vaivén de tus cabellos al viento-
esas imágenes a sorbos lentos
me vacían en cerebro,
se comen el tiempo…

y me quedo así,
como esperando algo que no llega,
llegando a algo que no quiero
y el desvelo,
me come el alma pegada al sueño. 

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