Sabía quien era, lo había visto infinidad de veces cruzar la colonia, en compañía de algunos vecinos y un cigarrillo.
“Estuvo conmigo en la escuela”, decía mi hermana.Yo no quería estar en la fiesta, pero valió la pena, (desde entonces, a causa de ese encuentro con Diego, me hice de un ritual, -un pacto conmigo-).
Me quedé sentada unos minutos en los escalones de la entrada, contaba los pequeños cuadros blancos de azulejo. Dos personas se paran frente a mi, me hago a un lado, sin ver, para que pasen, una risa rasposa y un “Qué onda plebilla!?” hacen que levante la vista, me pongo de pie y saludo al Gato, entonces dice “Es ella” y el individuo diminuto que le acompañaba (apenas un poco más alto que yo) dice al tiempo que estira su mano derecha y suelta una bocanada de humo; “Hola, soy Diego... espero que el humo no te incomode”.
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Congelé el tiempo un instante e hice una foto mental de Diego:Botas militares, pantalón de mezclilla desgastado y con manchas de pintura, camiseta negra, dos pulserillas negras (una en cada muñeca), cabello negro y chino que caía a media espalda sujeto en una cola... Su rostro era cuadrado, muy blanco, cejas pobladas, ojos en forma de almendra, negros y una encantadora y roja boca de pato. Su voz era gruesa, apretada, como si en algunas palabras se mormara y le daba un toque especial a su timbre.
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No fue necesario decir mi nombre, él ya lo sabía (era casi imposible que un chico de 20, como él, supiera el nombre correctamente dicho y escrito- de una “plebilla” como yo), difícilmente me quedo sin palabras, esa noche, tardé algunos minutos en decir algo, no lograba entender que era lo que pasaba, Diego sabía mi nombre, y fue a la fiesta tan sólo a conocerme (me enteré de ello al día siguiente).
Pasamos horas platicando de Sabines, Darío, poesía nicaragüense y temas revolucionarios, cosas de pintura y psicología... El Gato, (que no usaba botas, si no tenis) le había platicado que “la hija menor de los psicólogos Leal” gustaba de las letras y las bellas artes, él, estudiante de filosofía en ese entonces, al saber mi edad, entre duda e impresión, calló con “la maldita curiosidad!!” Por eso se encontraba esa noche de agosto, frente a mi, sonriendo y matando con calma un cigarrillo.
...Debo admitir que me hice un poco popular gracias a Diego, aunque un poco bajito, era el tipo de chico “peligroso” que atrae a cualquiera. Yo, más que asexual en esos tiempos, sólo podía verlo como mi amigo de letras, con el cual platicaba esas cosas que no podía con mis amigos, sólo con mis padres y algunos maestros, me regaló un amigo interesante y algunas visitas a la escuela...
El primer chico importante que me regalaba algo importante; me regaló uno de sus poemas, aún lo conservo, lo escondo en lugares poco pensados para encontrarlo pasados los años y sentir que el tiempo regresa...
La secundaria terminaba, cada vez veía menos a Diego, creo que llegué a olvidarlo un par de veces, como este tiempo fuera de casa y viene a mi mente repentinamente gracias a fotos que lejos están de relacionarse a él.
Me lo encontré algunas veces en le transcurso de la prepa y fue a visitarme un par de veces, aprovechando para hablar de mi con el profe de filosofía...
La última vez que vi a Diego cruzaba la Avenida de las Americas, levantó una mano y me gritó “Mujer!! Alegría de mis ojos y oídos, para!! No des un paso más!!”. Se acercó, me abrazó de esa forma tan chistosa y me besó como siempre; mi cara en sus manos y un beso más que tronado cerca de la boca.
Hablamos de banalidades algunos minutos, 15 talvez. Hace 4años que no lo veo y no sé nada de él, No tengo una foto, un teléfono, una dirección... sólo ese poema, fechado y firmando con su puño y letra. Me gustaría encontrármelo (sé que algún día la vida lo pondrá de nuevo en mi camino) y notar que el tiempo no a pasado... que sigue igual, que sus 30 (y tantos) le quedan tan bien, como esos jeans y el cabello largo.
Hace unos instantes me di cuenta de que realmente Diego marcó mi vida:Me Gustan los hombres considerablemente más grandes que yo, sobre todo los pintores y filósofos ( gente que se dedica a estas cosas...), me llaman la atención las personas con la nariz como la de él (no dije como era) y gracias a su boca, tengo una fijación enfermiza por esta parte de la anatomía humana. Me encanta el cabello chino y negro, las cejas pobladas, el color casi transparente de piel...
No me da miedo ó pena platicar con gente que no conozco y gracias a él no puede faltar ese ritual (hasta ahora inconsciente) de sacarle platica a algún desconocido en fiestas, donde (normalmente) estoy incomoda.Me enseñó a sonreírle a la gente, sólo porque sí, por que se puede y se siente bien hacerlo.
También me enseñó a decir “Espero que el humo no te incomode”.
Si me topara con Diego ahora mismo, le sonreiría, esperaría un poco para que me reconociera (he cambiado en estos 4 años) lo abrazaría, lo invitaría a tomar una taza de café (ó más) y entonces le leería esto.
Terminaría por decir:
4 comentarios:
guauuu...que historia más increíble...esos primeros hombres de los cuales nos enamoramos...welcome again...besos.
asi es siempre el primer amor, aunke no sea el mejor no se puede olvidar, y lo usas como punto de comparacion para todos los demas
Miss Damota! ñ_ñ que lindo tenerla por acá, me digné a regresar... (no es verdad, es que me quedé sin compu unos días y como q eso de ir a un ciber me da una wevaaaa!!!) ah! Pero es q no se olvidan... y si uno intenta hacerlo, aparecen de repente por ahí.
Naxo:
Hola!! Jejeje
Fíjate q si, aun q más q comparación sería “punto de referencia” no crees?!
Pero sí, yo es q no me había dado cuenta de eso hasta q estaba terminando el texto, no tenía idea de cuanta influencia tuvo en mi este hombre, y todo de una forma inconsciente jejeje q miedo!!
Besos y abrazos y apapashos gashos pa’ los dos!!
bonita historis ,,, voy de`prisa, q tengo prisa, jejej muchossssssssssssssss besoos
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