¡Tu opinión me importa un carajo!
Le digo visceralmente a la imagen del espejo…
sonríe y entonces… muero de miedo.
Tomo el papel sobre el ropero,
aquel lleno de libros empolvados.
Tomo el papel con mis manos,
lo abro cual acordeón en mal estado.
Tomo el papel infestado de polilla,
moribundo suplicante…
Un susurro estalla metálicamente en mi oído,
dejando al tímpano enmudecido…
Sus labios perfilados rozan la silueta de mi oreja.
Siento frío, un frío fúnebre, inexplicable, profundo,
incesante y místico…
muy parecido al invierno bajo la nieve.
Centro mi atención en la imagen del espejo
¡Tu opinión me importa un carajo!
le grito… ¡Tu opinión me importa un carajo!
El tiempo es un viejo cabrón,
un viejo zorro a fin de cuentas…