miércoles, enero 02, 2013



Un año y dos días...
Los días fríos envenenan mi alma, de la misma manera en que la serpiente inyecta toxinas al ratón después de morderlo, camino despacio, descalza y despacio sobre la hierba muerta bajo mis pies, no sé donde estoy, mucho menos las condiciones en las que me encuentro, simplemente estoy ahí, en esa habitación ovoide sin piso, sin ventanas, ni paredes claras, ahí, caminando lentamente en ese lugar donde mi mente se consume poco a poco en la negrura de mis desvelos... la imaginación alimenta a los oídos con ruidos raros, esos que vienen de ninguna parte y que calan en el cuero, la nuca, los brazos, las piernas... hasta el lunar de la cara lo siente.
Hay libros por todos lados, salen de la nada montañas de ellos, hinchándose hacia arriba con prisa, como buscando el techo, sintiéndose tan necesitados, meciéndose hipnóticamente. Arañas gigantes bajan cautelosamente ayudándose de hilos plateados, tan delgados como un cabello, en segundos decoran el lugar, como esperando, esperando algo... esperándome.